El teatro chileno a través de Andrés Pérez Araya

La vida de Andrés Pérez Araya se asemeja a la historia del teatro chileno. Un camino intenso con cientos de prejuicios en contra, pero que logra salir a flote al dedicarse por completo a la pasión de llevar historias sobre cualquier lugar que pueda servir como escenario. Por lo mismo, al analizar su creaciones, observamos la búsqueda del realismo en cada montaje, lo que demuestra su necesidad de exponer lo que nos mueve, convoca y pertenece como sociedad chilena, en un digno acto de resistencia.

Cuando Andrés Pérez viajó a Francia en 1982 sólo buscaba desarrollarse de forma libre como creador, pero encontró mucho más que eso. Logró complementar sus conocimientos con la riqueza de esas tierras, formando parte de una mágica organización como es el Théâtre du Soleil, que desde sus orígenes se sintió obligada a ir más allá de la puesta en escena y así nutrirse constantemente de la cultura transversal.

Influido por la forma de trabajar de Fernando González, Pérez cuajó en su cabeza una combinación perfecta entre el estilo europeo y la esencia del teatro nacional. Así, en 1988 regresó a Chile, creó la compañía Gran Circo Teatro y decidió montar una propuesta que revolucionó las tablas de nuestro país, dando un sentido distinto a la interpretación y a lo propio.

El texto elegido fue ‘La Negra Ester’ de Roberto Parra, historia que Pérez hizo suya y logró desarrollar con lo más profundo de sus vivencias y emociones. “Cuando montamos la obra por primera vez, Andrés nos llamó porque era necesario hablar del amor. Hoy la clase trabajadora seguimos hablando del amor, pero nuestras autoridades están a años luz de lo que necesitamos”, reflexiona Rosa Ramírez, dando un sentido profundo a la creación del actor, director, coreógrafo, dramaturgo y docente.

«En estos 12 años hemos presentado 10 obras, entre las que han habido creaciones colectivas, adaptaciones de obras literarias como el caso del ‘El Popol Vuh’, el libro sagrado de los mayas-quiche, y esencialmente autores chilenos inéditos, y alguna vez -en dos obras- nos dedicamos a Shakespeare como para ahondar en nuestro oficio, puesto que aprendimos tanto de actuación, dramaturgia y la dirección, pero esencialmente nuestra labor está dedicada a trabajar autores chilenos inéditos», así describía la forma de trabajar del Gran Circo Teatro, en el documental ‘Tacos de Cemento‘ (2017), el propio Andrés Pérez dos años antes de morir.

Y es que su figura marcó tanto a la escena chilena, que el día de su natalicio (11 de mayo) se transformó en el Día Nacional del Teatro, momento propicio para celebrar la cultura y la creación que se desarrolla en nuestro país sobre los diversos escenarios que acogen periódicamente historias y verdades en forma de obras. Montajes que pueden tomar vida si está el artista y el público, sin importar si es en plazas, teatros o calles, lo primordial es que el amor y nuestra historia se expresen: eso nos enseñó Andrés Pérez.