El reencuentro de un doble opuesto

Las vidas de dos hombres difícilmente se hubiesen cruzado de no haber sido por una tragedia que nunca ocurre. El primero de ellos, un profesor universitario y ateo sin remedio, ha decidido quitarse la vida lanzándose a las vías del tren Sunset Limited, en Nueva York. No presenciamos su frustrado intento de suicidio, pues todo comienza minutos después, con la llegada del mismo tipo, acompañado de un segundo -un ex convicto reconvertido al cristianismo- al departamento de este último, ubicado en los suburbios. Allí, ambos personajes -originalmente bautizados como Blanco y Negro, respectivamente-, sostienen la larga escena de un inusitado encuentro.

Tras su estreno en Chile, a mediados de julio del año pasado en el Teatro UC, Sunset Limited, la obra del autor estadounidense y ganador del Pulitzer en 2006, Cormac McCarthy (Sin lugar para los débiles), se convirtió en un éxito rotundo, aunque impulsado por el arrojo. Su director, Álvaro Viguera (Happy end), recuerda que fue Marcos Alvo, gerente general de la productora The Cow Company, quien puso el texto sobre la mesa. “Conocía a McCarthy, pero no esta obra en particular. Sin duda era un texto brutal, pero era necesario adaptarlo, hacerlo más nuestro”, dice Viguera.

La tarea de zambullirse en el original, podarlo y reescribir cuanto fuese necesario, estuvo a cargo del escritor Rafael Gumucio (Milagro en Haití). El resto fueron solo elogios, tanto de la crítica como del público. Solo en su primera temporada, la obra fue vista por más de 6 mil espectadores, convirtiéndose en una de las diez más vistas del año. Luego, a fines de 2015, sumó otras funciones en el Mori Parque Arauco, también a tablero vuelto, antes de aterrizar en Quilicura, donde se presentó en espacios abiertos. Ahora, el viernes 6 y sábado 7 de mayo, el montaje tendrá, según dicen, sus últimas dos funciones en el Teatro NESCAFÉ de las Artes.

Aunque no transcurre en Nueva York, sino en las profundidades del Santiago hostil, la versión de Gumucio apuesta por acercar el texto de McCarthy a la realidad chilena sin deshebrar su trama. Así, el duelo actoral propuesto por Viguera para sus protagonistas, Marcelo Alonso (Blanco, el académico) y Roberto Farías (Negro, el reconvertido ex reo), enfrenta a dos hombres cruzados por la diferencia de clases y un conflicto ético-moral. “Me conmueve la crisis existencial de ambos y las dualidades que los mueven, como creer-no creer, hacer-no hacer y el elegir versus el deber”, opina Gumucio.

“Las miradas y silencios de mi personaje reflejan su tenso estado de ánimo, mientras que el de Roberto irradia la calidez que termina por seducir al público”, afirma Alonso, sentado al interior de una antigua cervecería en plena Alameda, a días del reestreno. A su lado, Farías asiente con la cabeza: “Más que racista, el texto de McCarthy plantea una oposición cultural entre un teórico y un empírico. El ex reo había estado atrapado, en la mierda, y es el otro personaje quien lo está ahora. Creo que ese roce, sumamente universal, hizo que la gente que vio la obra sin saber que era de McCarthy, creyera que se trataba de un texto chileno”, agrega.

Hay un misterio que aún no se devela en la obra, coinciden todos. “Ambos podrían estar vivos o muertos, nunca lo sabremos con certeza”, dice Viguera. Alonso y Farías, por su parte, creen que la existencia de Dios y el derecho a elegir si vivir o no, no es más que una anécdota muy propia del relato. “Después de presentarla varias veces, nos convencimos de que ésta es una obra sobre la desigualdad”, opina Farías. “Aquí no existe el derecho a la riqueza ni a la pobreza. Tienen iguales carencias y se aferran a lo mismo, la muerte. Es la forma que tienen de hallarle un sentido a la vida, y eso tiene que ver con la fe”, le responde Alonso. “Al final, y como sea que este encuentro termine, a ambos se les cae el discurso”.

Nota publicada por Pedro Bahamondes Ch. en el diario La Tercera, el 4 de mayo de 2016.

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