Noventa y siete años fueron los que Marc Chagall vivió en esta tierra. Noventa y siete años de los cuales al menos 70 los pasó creando magníficas obras que le llevaron a ser considerado uno de los artistas plásticos más relevantes del siglo XX.
De gran colorido, movimiento y lleno símbolos. Así es el trabajo de Marc Chagall, artista que a 30 años de su muerte aún es considerado como el dueño de un verdadero “caos colorista”.
Nacido en Liozna (suburbio judío ubicado en Vitebsk, actual Bielorrusia) en el año 1887, Chagall dio sus primeros pasos en la pintura explotando al máximo el judaísmo, su religión. En 1910 emigró a París y sus inicios en la Ciudad Luz estuvieron marcados por la influencia de distintos artistas como Picasso, Matisse y Delauny, de quienes tomó ciertos elementos para luego construir su propio lenguaje, difícil de clasificar.
Su larga lista de obras tienen como denominador común la intervención de gran parte de la paleta de colores. “Los cuadros de Marc Chagall enamoran al espectador a primera vista a través del color”, el que “no intenta imitar a la naturaleza, sino sugerir movimientos, planos y ritmos”, asegura el historiador en arte Raymond Cogniat.
Loco de amor por la escritora rusa Bella Rosenfeld, su primera esposa y a quien retrataría incluso después de su muerte en 1944, el también diseñador comenzó una estrecha relación con otras artes: danza, música, literatura y teatro también fueron parte de sus trazos ya desde su establecimiento en Estados Unidos luego del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Ahí pintó grandes telas para teatro, una primera obra de lo que sería luego una incansable carrera explorando diversas técnicas, pues Chagall no sólo consiguió expresarse a través del óleo, sino también del grabado, escultura, cerámica, vidrio y dibujo, entre otros, logrando emprender en distintas actividades, como el diseño de trajes y escenografías para teatro y ballet y la elaboración de vitrales.
Ilustrador de libros como ‘Las almas muertas de Gogol’ y las ‘Fábulas de La Fontaine’ -y muy amigo de poetas y escritores como Breton, Malraux, Cendrars y Apollinaire- muchos reconocieron a Chagall como una suerte de “pintor literario” y un maestro de lo onírico, característica que lo llevó a ser uno de los precursores del surrealismo.
Sus imágenes cargadas de inspiración poética fueron retratadas en historias reales e imaginarias, donde distintos personajes (músicos, vacas tocando el violín, rabinos, saltimbanquis, poetas, imaginería religiosa, etc.) fueron algunos de sus protagonistas en obras como “El circo azul” (1950-1952), “El violinista” (1912-1913), “El malabarista” (1943) y “El rabino rezando” (1914).
La inquietud y las ganas insaciables de crear de Chagall lo acompañaron toda su vida. A los 76 años completó su obra más grande: el techo de la sala principal de la Ópera de París y, al año siguiente, dos grandes murales que cuelgan del vestíbulo del Metropolitan Opera House de Nueva York.
Marc Chagall, el creador incansable, falleció el 28 de marzo de 1985, dejando un legado que abarca más de 10 mil obras y otras tantas inacabadas.